HIMNO OLÍMPICO
Espíritu inmortal de la antigüedad,
Padre de lo verdadero, lo hermoso y lo bueno.
Desciende, preséntate,
derrámanos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo,
que fue el primer testigo de tu imperecedera fama.
Dad vida y vivacidad a eso nobles juegos
arrojad, guirnaldas de flores que no palidecen
¡A los victoriosos en la carrera y en la contienda!
¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero!
En tus ligeras llanuras, montañas y mares
brillan en un matiz roseo y forman un enorme templo
en el que todas las naciones se reúnen para adorarte,
¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad!
Padre de lo verdadero, lo hermoso y lo bueno.
Desciende, preséntate,
derrámanos tu luz sobre esta tierra y bajo este cielo,
que fue el primer testigo de tu imperecedera fama.
Dad vida y vivacidad a eso nobles juegos
arrojad, guirnaldas de flores que no palidecen
¡A los victoriosos en la carrera y en la contienda!
¡Crea, en nuestros pechos, corazones de acero!
En tus ligeras llanuras, montañas y mares
brillan en un matiz roseo y forman un enorme templo
en el que todas las naciones se reúnen para adorarte,
¡Oh espíritu inmortal de la antigüedad!
Himno Olímpico (Interpretado por primera vez en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896)
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