Miercoles 6/3/2013
Juan O. Tamayo
jtamayo@elnuevoherald.com
La muerte del presidente Hugo Chávez ha dado rienda suelta a los
temores de que Cuba se hundirá en otro abismo económico si Caracas deja
de enviarle subsidios, que se estima están muy por encima de la
gigantesca ayuda que la Unión Soviética le brindaba anteriormente a La
Habana.
“El impacto será que la crisis que existe se convertirá en un caos, porque el gobierno cubano no tiene otra fuente de financiamiento”, dijo Miriam Leiva, disidente de La Habana y ex diplomática cubana.
Cuba recibe ahora dos tercios de su consumo doméstico de petróleo de manos de Caracas – alrededor de 96,000 barriles por día — y paga parte de la factura con el trabajo en Venezuela, extremadamente sobrevalorado, de 35,000 cubanos, entre personal médico, maestros y otros.
El resto de la factura es anotada como deuda, principalmente al monopolio petrolero venezolano PDVSA, que en estos momentos pasa de los $8,000 millones, dijo Jorge Piñón, experto petrolero nacido en Cuba y ahora con la Universidad de Texas en Austin.
“Si Cuba tuviera que pagar entre $96 y $98 por barril, eso significaría un gigantesco impacto negativo en su caja de flujo,”, dijo Piñón.
Un informe de julio de Economist Intelligence Unit (Unidad de Inteligencia Economista), radicada en Londres, señaló que el cese de envíos de petróleo podría “sumir el equilibrio de importaciones y exportaciones de la isla en números rojos y conducir a la imposición de restricciones en el consumo de energía fuera de industrias clave”.
Venezuela es ahora con mucho el socio comercial más importante de la isla, y su comercio bilateral se calculó oficialmente en $6,000 millones en el 2010 — más del comercio total de Cuba con los siguientes cinco países — y probablemente una de sus principales fuentes de divisas fuertes.
Carmelo Mesa-Lago, economista y profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, ha estimado que Venezuela representó de hecho más del 20 por ciento de la actividad económica en general del país en el 2010.
Funcionarios cubanos no han comentado sobre un futuro postChávez, pero destacaron su importancia para la isla cuando interrumpieron la programación televisiva el 8 de diciembre para anunciar que el presidente venezolano regresaría a La Habana para otra operación en su batalla contra el cáncer.
Algunos analistas alegan que un recorte de la ayuda venezolana podría acabar siendo beneficioso para Cuba a largo plazo al forzar al gobernante Raúl Castro a ampliar y acelerar drásticamente las reformas hacia una economía de mercado que él ha estado tratando de implementar desde el 2007.
Hasta el momento, las reformas de Castro han hecho poco para resolver los enormes problemas de la economía, desde su baja productividad industrial y salarios a un estancamiento de su sector rural que obligó a La Habana a importar $1,600 millones de productos agrícolas en el 2011.
“Se impone una apertura verdaderamente profunda mediante la cual los cubanos puedan importar y exportar, los profesionales producir, y los ciudadanos emprendedores convertirse en el motor de la economía”, escribió Emilio Morales, presidente de Havana Consulting Group en Miami.
“El impacto será que la crisis que existe se convertirá en un caos, porque el gobierno cubano no tiene otra fuente de financiamiento”, dijo Miriam Leiva, disidente de La Habana y ex diplomática cubana.
Cuba recibe ahora dos tercios de su consumo doméstico de petróleo de manos de Caracas – alrededor de 96,000 barriles por día — y paga parte de la factura con el trabajo en Venezuela, extremadamente sobrevalorado, de 35,000 cubanos, entre personal médico, maestros y otros.
El resto de la factura es anotada como deuda, principalmente al monopolio petrolero venezolano PDVSA, que en estos momentos pasa de los $8,000 millones, dijo Jorge Piñón, experto petrolero nacido en Cuba y ahora con la Universidad de Texas en Austin.
“Si Cuba tuviera que pagar entre $96 y $98 por barril, eso significaría un gigantesco impacto negativo en su caja de flujo,”, dijo Piñón.
Un informe de julio de Economist Intelligence Unit (Unidad de Inteligencia Economista), radicada en Londres, señaló que el cese de envíos de petróleo podría “sumir el equilibrio de importaciones y exportaciones de la isla en números rojos y conducir a la imposición de restricciones en el consumo de energía fuera de industrias clave”.
Venezuela es ahora con mucho el socio comercial más importante de la isla, y su comercio bilateral se calculó oficialmente en $6,000 millones en el 2010 — más del comercio total de Cuba con los siguientes cinco países — y probablemente una de sus principales fuentes de divisas fuertes.
Carmelo Mesa-Lago, economista y profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh, ha estimado que Venezuela representó de hecho más del 20 por ciento de la actividad económica en general del país en el 2010.
Funcionarios cubanos no han comentado sobre un futuro postChávez, pero destacaron su importancia para la isla cuando interrumpieron la programación televisiva el 8 de diciembre para anunciar que el presidente venezolano regresaría a La Habana para otra operación en su batalla contra el cáncer.
Algunos analistas alegan que un recorte de la ayuda venezolana podría acabar siendo beneficioso para Cuba a largo plazo al forzar al gobernante Raúl Castro a ampliar y acelerar drásticamente las reformas hacia una economía de mercado que él ha estado tratando de implementar desde el 2007.
Hasta el momento, las reformas de Castro han hecho poco para resolver los enormes problemas de la economía, desde su baja productividad industrial y salarios a un estancamiento de su sector rural que obligó a La Habana a importar $1,600 millones de productos agrícolas en el 2011.
“Se impone una apertura verdaderamente profunda mediante la cual los cubanos puedan importar y exportar, los profesionales producir, y los ciudadanos emprendedores convertirse en el motor de la economía”, escribió Emilio Morales, presidente de Havana Consulting Group en Miami.
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Es también posible que La Habana no sienta una suspensión en la ayuda tan profundamente como sintió el fin de los subsidios soviéticos debido a que sus buenas relaciones con China y Brasil podrían atraer apoyo adicional de esos paises, según el informe de Economist Intelligence.
Y puede que Venezuela solamente reduzca y no elimine por completo su asistencia porque se beneficia de esta relación por los médicos cubanos, quienes atienden a familias pobres que tienden a votar por el partido de Chávez, así como asesores de seguridad, militares y otros.
El sucesor escogido por Chávez, el ex ministro de Relaciones Exteriores y ahora vicepresidente Nicolás Maduro, se percibe como partidario de continuar la estrecha relación con La Habana. Se cree que Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y mencionado tambien como sucesor posible, es menos amistoso hacia Cuba pero por el momento tiene pocas probabilidades de aventajar a Maduro.
Pero Cuba en la actualidad está menos preparada para lidiar con la suspensión de una ayuda porque la infraestructura de la isla está en mucho peor estado que cuando se derrumbaron los subsidios de la Unión Soviética a principios de la década de 1990, alegó el economista disidente de La Habana Oscar Espinosa Chepe.
Cuba edificó su sistema masivo de salud pública, educación y bienestar social gracias a los subsidios de entre $4,000 y $6,000 millones que la Unión Soviética brindó a su aliada comunista todos los años desde mediados de los años ‘60 hasta 1991.
Pero cuando Moscú dejó de enviar sus rublos, la economía de la isla se redujo en un 38 por ciento entre 1990 y 1993 y su comercio exterior, antiguamente enfocado en el bloque soviético debido a sus ventajosas condiciones de pago, cayó en un 85 por ciento.
Fábricas y el transporte público se pararon casi por completo. Los cubanos adelgazaron visiblemente y sufrieron enfermedades provocadas por la desnutrición. Las familias cocinaban “bistés” de cáscaras de toronja y muchos gatos desaparecieron de las calles.
Dos décadas después, varios sectores de la economía no han regresado aún a los niveles de antes de 1990, señaló Mesa Lago en un informe presentado en un encuentro celebrado en Miami en el 2011 de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana.
“La industria cubana está produciendo en términos de volumen menos del 50 por ciento de lo que producía el año 89, el transporte también está colapsado, la agricultura está importando el 80 por ciento de los alimentos” que consume el país, dijo Espinosa Chepe según un reportaje reciente de la agencia noticiosa Agence France Press.
El entonces gobernante Fidel Castro impuso lo que llamó “un período especial en tiempo de paz” en 1990, en esencia medidas emergentes de tiempo de guerra para conservar combustible, alimentos, ropa y otros suministros.
Pero el fin de la asistencia soviética causó mucho descontento, que explotó finalmente en 1994 con la Crisis de los Balseros, durante la cual 35,000 cubanos abandonaron el país en balsas rústicas, y un gran motín en La Habana conocido como El Maleconazo.
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