Friday, July 05, 2013

Gustavo Adolfo Bécquer.

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Gustavo Adolfo Bécquer

Portrait of Gustavo Adolfo Bécquer, by his brother Valeriano (1862).jpg


Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida (Sevilla17 de febrero de 1836 –
Madrid22 de diciembre de 1870), más conocido comoGustavo Adolfo Bécquer,
fue un poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo.
Por ser un romántico tardío, ha sido asociado igualmente con el movimiento pos-
romántico. Aunque en vida ya alcanzó cierta fama, solo después de su muerte y
tras la publicación del conjunto de sus escritos alcanzó el prestigio que hoy se le
reconoce.
Su obra más célebre son las Rimas y Leyendas. Los poemas e historias incluidos
en esta colección son esenciales para el estudio de la literatura hispana, sobre la
que ejercieron posteriormente una gran influencia.

Índice

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Biografía[editar]


Casa natal de Gustavo Adolfo Bécquer en la calle del Conde de Barajas de Sevilla.











Nació  en  Sevilla  el  17 de  febrero  de  1836, hijo del pintor José Domínguez Insausti
que firmaba sus cuadros  con  el apellido  de sus antepasados como José  Domínguez 
Bécquer
Su madre fue Joaquina Bastida Vargas. Por el lado paterno descendía  de una noble 
familia de comerciantes de origen flamenco, los Becker o Bécquer, establecida  en  la
capital andaluza en el siglo XVI; de su prestigio da testimonio el hecho de que poseyeran
capilla y sepultura en la  catedral  misma  desde  1622. Tanto  Gustavo  Adolfo como su
hermano, el pintor Valeriano Bécquer, adoptaron Bécquer como primer apellido en la fir-
ma de sus obras.
Fue bautizado en la parroquia de San Lorenzo Mártir. Sus antepasados directos, empezan-
do por su mismo padre, José Domínguez Bécquer, fueron pintores de costumbres andalu-
zas, y tanto Gustavo Adolfo como  su  hermano Valeriano estuvieron muy dotados para el
dibujo. Valeriano, de hecho, se  inclinó por la pintura. Sin embargo el padre murió el 26 de
enero de 1841, cuando contaba el poeta cinco años y esa vocación pictórica perdió el prin-
cipal de sus apoyos. En 1846, con diez años, Gustavo Adolfo ingresó en el Colegio de San
Telmo de Sevilla (institución mixta que acogía también huérfanos de cierto nivel)1 2 , donde 
recibe clases de un discípulo  del  gran  poeta Alberto ListaFrancisco Rodríguez Zapata, y
conoce a su gran amigo y compañero  de  desvelos  literarios  Narciso Campillo. Al  año si-
guiente, el 27 de febrero de 1847, los hermanos  Bécquer  quedaron huérfanos también de
madre, y fueron adoptados entonces por su  tía  materna, María Bastida y Juan de Vargas,
que se hizo cargo de sus siete sobrinos, aunque  Valeriano y Gustavo se adoptaron desde
entonces cada uno al otro y de hecho más  tarde  emprendieron  muchos  trabajos y viajes
juntos.
Suprimido por Isabel II en 1847 el Colegio de San Telmo (que en 1849 pasaría a ser pala-
cio de los duques de Montpensier), Gustavo Adolfo quedó desorientado. Fue entonces a
vivir con su madrina Manuela Monnehay Moreno, joven de origen francés y acomodada
comerciante, cuyos medios y sensibilidad literaria le permitían disponer de una mediana
pero selecta biblioteca poética. En esta biblioteca empezó Gustavo Adolfo a aficionarse
a la lectura. Inició entonces estudios de pintura en los talleres de Antonio Cabral Bejarano,
y más tarde en el de su tío paterno Joaquín Domínguez Bécquer, que le pronosticó «Tú no
serás nunca un buen pintor, sino un mal literato», aunque le estimuló a los estudios y le pa-
gó los de latín. Tras ciertos escarceos literarios (escribe en El trono y la nobleza de Madrid
 y en las revistas sevillanas La Aurora y El Porvenir), en 1854 marchó a Madrid con el de-
seo de triunfar en la literatura. Sufrió una gran decepción y sobrevivió en la bohemia de 
esos años. Para ganar algún dinero el poeta escribe, en colaboración con sus amigos (Julio
 Nombela y Luis García Luna), y bajo el seudónimo de Gustavo García, comedias y zarzue-
las como La novia y el pantalón (1856), en la que satiriza el ambiente burgués y antiartístico
que le rodea, o La venta encantada, basada en Don Quijote de la Mancha. Ese año fue con
su hermano a Toledo, un lugar de amor y de peregrinación para él, a fin de inspirarse para 
su futuro libro Historia de los templos de España. Le interesan por entonces el Byron de las 
Hebrew Melodies o el Heine del Intermezzo a través de la traducción que Eulogio Florentino
Sanz realiza en 1857 en la revista El Museo Universal.




Billete de 100 pesetas con la efigie de G.A. Bécquer

Fue precisamente en ese año, 1857, cuando apareció la tuberculosis que le habría de en-
viar a la tumba. Tuvo un modesto empleo dentro de la Dirección de Bienes Nacionales y 
perdió el puesto, según cierta leyenda, por sorprenderlo su jefe dibujando. Su pesimismo 
va creciendo día a día y sólo los cuidados de su patrona en Madrid, de algunos amigos y
 de Valeriano le ayudaron a superar la crisis. Ese año empieza un ambicioso proyecto ins-
pirado por El genio del Cristianismo de Chateaubriand: estudiar el arte cristiano español 
uniendo el pensamiento religioso, la arquitectura y la historia: «La tradición religiosa es el
eje de diamante sobre el que gira nuestro pasado. Estudiar el templo, manifestación visi-
ble de la primera, para hacer en un sólo libro la síntesis del segundo: he aquí nuestro pro-
pósito». Pero sólo saldrá el primer tomo de su Historia de los templos de España, con ilus-
traciones de Valeriano.

Hacia 1858 conoció a Josefina Espín, una bella  señorita  de  ojos  azules, y empezó  a corte-
jarla; pronto, sin  embargo, se fijó en la  que  sería  su  musa  irremediable, la hermana de Jo-
sefina y hermosa cantante de ópera Julia Espín, en  la  tertulia que se  desarrollaba  en  casa
de su padre, el  músico Joaquín Espín, maestro  director  de la Universidad Central, profesor
de solfeo en el Conservatorio y  organista de la  Capilla Real, protegido  de Narváez. Gustavo
se enamoró (decía que el amor era su única felicidad) y empezó a escribir las primeras Rimas,
como Tu pupila es azul, pero la relación no llegó a consolidarse  porque  ella  tenía  más  altas
miras y le disgustaba la vida bohemia del escritor, que aún no era famoso; Julia dio nombre a 7
una de las hijas de Valeriano. Durante esta época
empezó a escuchar a su admirado Chopin.
Después, entre 1859 y 1860, amó con pasión a una «dama de rumbo y manejo» de Valladolid,
que durante muchos años se identificó con Elisa Guillén, un personaje que hoy se sabe inexis-
tente.3 Pero la amante, fuera quien fuera, se cansó de él y su abandono lo sumió en la deses-
peración. El 19 de mayo de 1861 se casó precipitadamente con Casta Esteban y Navarro, de
la que tuvo tres hijos.4 Los expertos no se ponen de acuerdo en cuál de ellas pudo ser su mu-
sa más constante, o si ninguna de ellas, concibiendo algún tipo ideal de mujer.5
En 1860 publica Cartas literarias a una mujer en donde explica la esencia de sus Rimas que
aluden a lo inefable. En la casa del médico que lo trata de una enfermedad venérea, Francis-
co Esteban, conocerá a la que será su esposa, Casta Esteban y Navarro. Contrajeron matri-
monio en el 19 de mayo de 1861. De 1858 a 1863, la Unión Liberal de O'Donnell gobernaba
España y  en 1860González Bravo, con  el  apoyo del financiero Salamanca, funda El Con-
temporáneo, dirigido  por José Luis Albareda, en  el  que  participan redactores de la talla de
Juan Valera. El gran amigo de Bécquer, Rodríguez Correa, ya redactor del nuevo diario, con-
siguió un puesto de redactor para el poeta sevillano. En este periódico, y hasta que desapa-
rezca en 1865, hará crónica de salones, política y literatura; gracias a esta remuneración vi-
ven los recién casados. En 1862 nació su primer hijo, Gregorio Gustavo Adolfo, en Novier-
cas (Soria) donde posee bienes la familia de Casta y donde Bécquer tuvo una casita para 
su descanso y recreo. Empieza a escribir más para alimentar a su pequeña familia y, fruto 
de este intenso trabajo, nacieron varias de sus obras.
Pero en 1863 padeció una grave recaída en su enfermedad, de la que se repuso, sin embar-
go, para marchar a Sevilla con su familia. De esa época es el retrato hecho por su hermano
que se conserva en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Trabaja con su hermano Valeriano,
cuya relación con Casta no era buena, debido a  que  ella  no soporta su carácter y su cons-
tante presencia en casa. González Bravo, amigo y mecenas de Gustavo, le  nombra  censor
de novelas en 1864 y el escritor vuelve a Madrid, donde desempeña este trabajo hasta 1867
con veinticuatro  mil  reales  de  sueldo. En  este  último  año  nace  su  segundo  hijo, Jorge
Bécquer.
En 1866 ocupa de nuevo el cargo de censor hasta 1868; es este un año tétrico para Bécquer:
Casta le es infiel, su libro de poemas desaparece en los disturbios revolucionarios y para huir
de ellos marcha a Toledo, donde permanece  un breve tiempo. En diciembre nace en Novier-
cas su tercer hijo, Emilio Eusebio, dando  pábulo a su tragedia  conyugal, pues  se  dice  que
este último hijo es del amante  de  Casta. Es más, Valeriano discute con Casta continuamen-
te. Sin embargo, los  esposos  aún se escriben. Pasa entonces otra temporada enToledo, de
donde sale para Madrid en 1870 a fin de dirigir La Ilustración de Madrid, que acaba de fundar
Eduardo Gasset con la intención de que lo dirigiera Gustavo Adolfo y trabajara en él Valeriano
como dibujante. En septiembre, la muerte de su inseparable hermano y colaborador le sume
en una honda tristeza. En noviembre fue nombrado director de una nueva publicación, El En-
treacto, en la que apenas llega a publicar la primera parte de un inconcluso relato.6
Posiblemente a causa de un enfriamiento invernal en  la  primera  quincena  de diciembre, su
ya precario estado de salud se agrava, y muere el 22 de dicho mes, coincidiendo con un eclip-
se total de sol. En los días de su agonía, pidió a su amigo el  poeta Augusto Ferrán que que-
mase sus cartas («serían mi deshonra») y  que  publicasen su obra («Si es posible, publicad 
mis versos. Tengo el presentimiento  de  que  muerto  seré  más y mejor conocido que vivo»);
pidió  también  que  cuidaran  de  sus  hijos.  Sus  últimas  palabras  fueron «Todo mortal».
Fue  enterrado  al día siguiente en el nicho nº 470 del Patio  del Cristo, en la Sacramental de 
San Lorenzo y San José, de Madrid. Más adelante, en 1913, los  restos de los dos hermanos
fueron trasladados a Sevilla, reposando  primero  en  la  antigua capilla de la Universidad,7 y
desde 1972 en el Panteón de Sevillanos Ilustres.8 Hay un monumento  en  recuerdo de  Gus-
tavo Adolfo en el centro de Sevilla.
A la salida del funeral celebrado por Bécquer, el pintor Casado del Alisal propuso a varios de
los asistentes la publicación de las obras del malogrado escritor. Para estudiar los detalles de
esta edición se celebró a la una de la tarde del 24 de diciembre de 1870 una reunión en su es-
tudio de pintura. Así se acordó una suscripción pública para recaudar  fondos. Ese propósito
despondía a dos motivos: por un lado honrar al amigo fallecido y por  otro ayudar económica-
mente a la mujer e hijos de Bécquer. Bécquer le debe a Casado  del  Alisal su gloria literaria
ya que sus obras podrían haber  sido  olvidadas  de  no  ser por la decisión de Casado, tal y
como corrobora Rafael Montesinos en su libro Bécquer, Biografía e Imagen.
Ferrán y Correa se pusieron de inmediato a preparar la edición de sus Obras completas pa-
ra ayudar a  la  familia; salieron  en  1871  en dos volúmenes; en sucesivas ediciones fueron
añadidos otros escritos.

Análisis de su obra[editar]

Cuando escribe Bécquer está en pleno auge el Realismo, cuando otros autores adscritos a
esta tendencia (CampoamorTamayo y BausEchegaray) se reparten el favor del público.
La poesía triunfante está hecha a medida de la sociedad burguesa que consolidará la Res-
tauración, y es prosaica, pomposa y falsamente trascendente. Pero una notable porción de
líricos se resistió a sumarse a esa corriente, y además hallaban vacía y retórica la poesía
de la lírica esproncediana, la del apogeo romántico, que aún encontraban cultivada con
gusto general en autores como José Zorrilla. El Romanticismo que les atrae ya no es el de
origen francés o inglés, sino alemán, especialmente el de Heine, al que leen en traducción
francesa —en especial la de Gérard de Nerval— o española —de Eulogio Florentino Sanz,
amigo de Bécquer—. Estos autores forman el ambiente prebecqueriano: Augusto Ferrán,
Ángel María Dacarrete y José María Larrea. Todos estos poetas buscaban un lirismo inti-
mista, sencillo de forma y parco de ornamento, refrenado en lo sensorial para que mejor
trasluzca el sentir profundo del poeta. Es una lírica no declamatoria, sino para decir al oído.
Las Rimas de Bécquer iban a ser costeadas y prologadas por su amigo, el ministro de la
Unión Liberal de O'DonnellLuis González Bravo, pero el ejemplar se perdió en los distur-
bios revolucionarios de 1868. Algunas sin embargo habían aparecido ya en los periódicos
de entonces entre 1859 y 1871: El ContemporáneoEl Museo UniversalLa Ilustración de 
Madridy otros. El poeta, con esta ayuda, con la de su memoria y la de sus amigos recons-
truyó el manuscrito, que tituló Libro de los gorriones y se conserva en la Biblioteca Nacio-
nal de Madrid. Más  tarde  lo  editarán sus amigos con un prólogo de Rodríguez Correa en
dos  volúmenes  con  el  título  de Rimas  y junto  a sus Leyendas en prosa, en 1871, para
ayudar a la viuda y sus hijos. En sucesivas ediciones se amplió la selección. A partir de la
quinta la obra consta ya de tres volúmenes. Iglesias Figueroa recogió en tres tomos Pági-
nas desconocidas (Madrid: Renacimiento, 1923), con otra porción sustancial del corpus
becqueriano. Gamallo Fierros editó además en cuatro volúmenes sus Páginas abandona-
das. Jesús Rubio ha editado dos álbumes de Julia Espín con textos y dibujos de Gustavo
 dedicados a su musa, a la que no olvidaría nunca. Se trata de ochenta y cuatro composi-
ciones breves, de dos, tres o cuatro estrofas, muy raramente más, por lo general asonan-
tadas con metros muy variados, de acuerdo con la poesía romántica.9



Escultura dedicada a Bécquer ubicada en el Parque de María Luisa de Sevilla


Bécquer solía repetir la frase de Lamartine de que «la mejor poesía escrita es aquella que
 no se escribe». Es así en sus setenta y seis cortas Rimas breves como arpegios, ya que
concentró en ellas la poesía que hubiera querido verter en numerosos poemas más exten-
sos que no escribió. El influjo de Bécquer en toda la poesía posterior escrita en castellano
es importante, esbozando estéticas como elSimbolismo y el Modernismo en muchos aspec-
tos. Frente al Romanticismo altisonante y byroniano de un José de Espronceda, Bécquer
representa el tono íntimo, al oído, de la lírica profunda. Su «Himno gigante y extraño» rom-
pe con la tradición de la poesía cívica y heroica de Manuel José Quintana y los colores vis-
tosos y la historia nacional de Ángel de Saavedra, Duque de Rivas, o José Zorrilla, para
meditar profundamente sobre la creación poética, el amor y la muerte, los tres temas cen-
trales de las RimasManuel Altolaguirre afirmó que la poesía de Bécquer es la más humana
 del Romanticismo español. Esta rara originalidad le valió el desprecio de Núñez de Arce,
 quien, acaso por su ideología liberal contraria al tradicionalismo becqueriano, calificó sus
Rimas de «suspirillos germánicos». Pero Bécquer meditó profundamente sobre la poesía e
 intentó reflejar el concepto inasible que tenía de la misma en las Cartas literarias a una mu-
jer, en forma de un largo comentario a la Rima XXI, concluida en el verso «poesía eres tú».
 Un tú que podía ser también dañoso y cruel, como demuestra la rima descubierta por José
 María Díez Taboada (véase bibliografía):
Serpiente del amor, risa traidora,
verdugo del ensueño y de la luz,
perfumado puñal, beso enconado...
¡eso eres tú!
Los modelos poéticos de Bécquer fueron varios; en primer lugar, Heine; W. S. Hendrix
señaló además a Byron y Dámaso Alonso a Alfred de Musset; también el conde Anas-
tasius Grün, y sus amigos poetas españoles, en especial Augusto Ferrán. De todos hay
 rastros en su poesía.
Su idea de la lírica la expuso en la reseña que hizo del libro de su amigo Augusto Ferrán
La soledad:
Hay una poesía magnífica y sonora; una poesía hija de la meditación y el arte,
que se engalana con todas las pompas de la lengua que se mueve con una cadenciosa
majestad, habla a la imaginación, completa sus cuadros y la conduce a su antojo por un
sendero desconocido, seduciéndola con su armonía y su hermosura. Hay otra, natural, 
breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con 
una palabra y huye; y desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, 
despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la
 fantasía. La primera tiene un valor dado: es la poesía de todo el mundo. La segunda 
carece de medida absoluta; adquiere las proporciones de la imaginación que impresiona:
 puede llamarse la poesía de los poetas. La primera es una melodía que nace, se desarrol-
la, acaba y se desvanece. La segunda es un acorde que se arranca de un arpa, y se que-
dan las cuerdas vibrando con un zumbido armonioso. Cuando se concluye aquélla, se do-
bla la hoja con una suave sonrisa de satisfacción. Cuando se acaba ésta, se inclina la fren-
te cargada de pensamientos sin nombre. La una es el fruto divino de la unión del arte y de
 la fantasía. La otra es la centella inflamada que brota al choque del sentimiento y la pasión.
Las poesías de este libro pertenecen al último de los dos géneros, porque son populares, 
y la poesía popular es la síntesis de la poesía.
Pero, aparte de su importante lírica, Gustavo Adolfo Bécquer fue también un gran narrador
y periodista. Escribió veintiocho narraciones del género leyenda, muchas de ellas pertene-
cientes al género del relato gótico o de terror, otras, auténticos esbozos de poesía en prosa,
 y otras narraciones de aventuras. María Rosa Alonso encontró en ellas siete temas princi-
pales:
  • el oriental y exótico
  • la muerte y la vida de ultratumba
  • el embrujamiento y la hechicería
  • el tema religioso
  • las inspiradas en el Romancero
  • las de tendencia animista.
Bécquer demuestra ser un prosista a la altura de los mejores de su siglo, pero es de supe-
rior inspiración e imaginación y un maestro absoluto en el terreno de la prosa lírica. En sus
 descripciones se echa de ver el profundo amor del poeta por la naturaleza y el paisaje cas-
tellano. Escribió además las Cartas desde mi celda en el Monasterio de Veruela, a las fal-
das del Moncayo adonde fue a reponerse de su tuberculosis o tisis, enfermedad entonces
 mortal; sus cartas desbordan vitalidad y encanto. No se ha estudiado todavía su obra pe-
riodística.
Bécquer es, a la vez, el poeta que inaugura —junto a Rosalía de Castro— la lírica moderna
 española y el que acierta a conectarnos de nuevo con la poesía tradicional. Las Rimas se
encuadran dentro de dos corrientes heredadas del Romanticismo: la revalorización de la
 poesía popular (que la lírica culta había abandonado en el siglo XVIII) y la llamada «estéti-
ca del sentimiento». El ideal poético de Bécquer es el desarrollar una lírica intimista, expre-
sada con sinceridad, sencillez de forma y facilidad de estilo. Bécquer y sus Rimas son el
umbral de la lírica en español del siglo XX. Rubén DaríoMiguel de Unamuno, los herma-
nos Antonio y Manuel MachadoJuan Ramón JiménezRafael AlbertiFederico García 
Lorca,Luis CernudaVicente AleixandreDámaso Alonso y otros lo han considerado como
 figura fundacional, descubridora de nuevos mundos para la sensibilidad y la forma expre-
siva.

Bécquer como dibujante[editar]

Desde niño estuvo rodeado de lienzos y dibujos de su padre lo que hizo que también se
interesara por la pintura. Dijo que la pintura es un medio de expresión hacia lo inefable,
superando a la escritura.
Entre sus amistades siempre se le apreció su madera de dibujante y colaboró varias veces
con su hermano Valeriano. Destaca su gran técnica y refleja su mundo interior. La vida y
la muerte están entrelazados en la mayoría de sus dibujos de sus serie Les morts pour rire.
Bizarreries. Las escenas dibujadas provocan la risa, el reírse de la muerte.
También realizó dibujos en donde representa sus mundos imaginarios reflejados en sus
Rimas y Leyendas.
Julia Espín también abarca gran parte de la obra pictórica de Bécquer, reflejándola en
distintas situaciones.


Obra[editar]

  • Las Rimas Obra que recogieron sus amigos, tras el incendio de la casa donde 
  • estas obras poéticas se guardaban, como una especie de historia de amor en 
  • la que se ve como el poeta va pasando por el proceso creador, el amor espe-
  • ranzado, el desengaño y el dolor o la muerte.
  • Historia de los templos de España, Madrid, 1857, publicada sólo el tomo I.
  • Cartas literarias a una mujer18601861, publicadas en El Contemporáneo.
  • Cartas desde mi celda, Madrid, 1864, son nueve, publicadas en El Contempo-
  • ráneo, y reunidas posteriormente en la edición de Fortanet con el título Desde
  •  mi celda.10
  • Libro de los gorriones1868, manuscrito.
  • Obras completas, Madrid, Fortanet, 1871, 2 volúmenes.


Monumento a Gustavo Adolfo 
Bécquer colocado en el Moncayo
 y realizado por Luigi Maráez.

Leyendas[editar]

Teatro[editar]

  • La novia y el panteón
  • La venta encantada
  • Las distracciones
  • La cruz del valle
  • Tal para cual

Artículos[editar]

  • Crítica literaria
  • El maestro Herold
  • La soledad
  • El Carnaval
  • La Nena
  • Las perlas
  • La mujer a la moda
  • La pereza
  • La ridiculez
  • Caso de ablativo
  • El grillito cantor

Otras obras[editar]

Véase también[editar]

Notas y referencias[editar]

  1.  Fondo documental del Colegio de San Telmo
  2.  [1]
  3.  Durante un cuarto de siglo (y en algunos casos hasta ahora mismo) se ha venido
  4.  identificando a la misteriosa dama de Valladolid con ese nombre. Ello porque el 
  5. crítico literario F. Iglesias Figueroa consiguió engañar durante décadas a los estu-
  6. diosos de Bécquer al publicar, entre 1923 y 1929, trece supuestas nuevas rimas 
  7. del poeta donde se la mencionaría, y hasta alguna carta de un amigo en la que 
  8. citaba a la amante con ese nombre. Ya en 1950 J. Frutos Gómez de las Cortinas 
  9. dio la voz de alarma sobre el posible fraude, en "La formación literaria de Bécquer",
  10.  Revista Bibliográfica y DocumentalIV, ene-dic 1950, págs. 77 a 99, según el cual 
  11. 10 de las 13 rimas serían apócrifas. Pero el golpe de gracia lo daría en 1970 Rafael
  12.  Montesinos, en "Adiós a Elisa Guillén", Ínsula nº 289, 15-12-1970, págs. 10-12, y en
  13.  otros trabajos posteriores. Sobre todo ello véase, por ejemplo, el artículo de M. Pa-
  14. lenque en Memorias, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1979,
  15.  págs. 77 y ss..
  16.  Casta Esteban publicó en 1884 una colección de doce cuentos, Mi primer ensayo. 
  17. Colección de cuentos con pretensiones de artículos, agregando a su firma su condi-
  18. ción de viuda del poeta. Algunos de ellos se consideran autobiográficos, y en uno 
  19. posiblemente refleja una infidelidad de ella estando aún casada. Cf. C. A. Rizos Ji-
  20. ménez, "Sobre un ensayo de ensayo: Mi primer ensayo de Casta Esteban"Scriptu-
  21. ra 14, 1998 (Ejemplar dedicado a: El ensayo contemporáneo), págs. 65-72.
  22.  http://www.ucm.es/info/especulo/numero29/baudbecq.html
  23. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01472846433594995554480/
  24. p0000007.htm
  25. http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01472846433594995554480/
  26. 20152_p060.jpg
  27.  Es una curiosidad que desde hace muchos años el monumento funerario bajo el
  28.  que descansan ambos hermanos recibe cientos de mensajes que depositan allí 
  29. anónimos admiradores del poeta, especialmente adolescentes (reportaje de la
  30. Universidad de Sevilla, 15–9–2010).
  31.  [2]
  32.  Edición digital en CVC Consultado el 15 de julio de 2012
  33.  La poética dialógica de Bécquer

Bibliografía[editar]

  • GONZÁLEZ ARIZA, Fernando (2007). Bécquer, el romántico. Madrid. Editorial: Nivola.
  •  Colección Sabelotodos. ISBN 978-84-96751-11-8
  • ROBLES, Francisco (2004). Poesía eres tú: Bécquer, el poeta y su leyenda. Editorial:
  •  Signatura de Poesía. ISBN 84-96210-27-8
  • DÍEZ TABOADA, José María, (1981) «Textos olvidados de Gustavo Adolfo Bécquer; 
  • una nueva rima y una nueva versión», Revista de Literatura, XLIII, 86, pp. 63–83.
  • PAGEARD, Robert, (1990) Bécquer, leyenda y realidad, Madrid: Espasa-Calpe.

Enlaces externos[editar]

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