EL PAIS
Europa
Johann Osel 31 MAY 2012 - 07:26 CET
Sin formación verde no hay “negocios verdes”. Las energías renovables prometen beneficios de miles de millones de euros, y en este caso el mercado de trabajo establece las reglas. Pero algunas escuelas superiores van un paso más allá: sobre todo aquellas que de todas formas están comprometidas con la formación de ecoexpertos y no solo apuestan por un perfil verde en materia de contenidos sino también en el ámbito estructural. La Escuela Técnica Superior de Eberswalde, en Brandeburgo, es un centro líder en este contexto y desde 2010 se denomina oficialmente Escuela Superior para el Desarrollo Sostenible de Eberswalde (HNEE).
Todas las carreras tienen un compromiso con la gestión sostenible. En sus tres sedes se apuesta por sectores de futuro y temas ecológicos de interés permanente: energías renovables, materias primas renovables, agricultura ecológica y protección de los bosques, además de desarrollo económico y turístico regional. En el reglamento interno se han establecido normas de comportamiento respetuosas con el medio ambiente como, por ejemplo, el control de la temperatura ambiente o de la iluminación. Módulos solares proporcionan energía ecológica propia, y en el parque móvil de la dirección del centro hay un combi de gama media con escasas emisiones de CO2. “La elección de nuestro nombre implica unas exigencias que tenemos que cumplir”, explica el presidente Wilhelm-Günther Vahrson.
Este catedrático de geografía física dirige la escuela superior más pequeña de la región, con menos de 2.000 estudiantes y solo 40 profesores, pero sus éxitos llaman la atención: está en el grupo de escuelas técnicas superiores punteras a escala nacional en lo que respecta a la recaudación de fondos de terceros. Recientemente se ha alcanzado una nueva cantidad récord con 3,5 millones de euros, la cuarta parte del presupuesto. El proyecto ha repercutido positivamente sobre la demanda de los estudiantes; en todas las asignaturas hay límite de plazas. Vahrson cree que muchos estudiantes escogen esta escuela superior de forma plenamente consciente debido a su nivel.
El ámbito de las escuelas técnicas superiores alemanas, organizado de forma clara y por tanto flexible, tiene un historial de éxito. Los centros, a menudo pequeños, pueden desarrollar perfiles más sencillos que las grandes universidades de masas. Y no sólo en el campo técnico o medioambiental, sino también en asignaturas como economía y derecho, sanidad y asuntos sociales o en el sector creativo. A lo largo y ancho de la República Federal Alemana es posible encontrar ejemplos de éxito como el de Eberswalde.
El principio del estudio eficaz orientado a la práctica, que tanto se esfuerzan en implantar actualmente las universidades en el marco del Plan Bolonia, ha sido siempre el principio fundamental de las escuelas técnicas superiores. Estas han surgido a partir de instituciones predecesoras como las Escuelas Estatales de Ingeniería.
Con las reformas de las leyes de los años setenta y ochenta, estas escuelas ascendieron legalmente al mismo “nivel de formación terciaria” de las universidades. En aquel entonces debían alcanzar dos objetivos: acelerar el progreso tecnológico y permitir la formación académica a un mayor número de estudiantes con el graduado escolar, también como oferta educativa para alumnos que no proceden de familias con estudios. En el ínterin han surgido 160 escuelas técnicas superiores, de las cuales aproximadamente un tercio no son estatales.
El Consejo Científico, importante gremio asesor del ámbito político, recomendó en un dictamen de 2010 apostar aún más por el potencial de este tipo de escuelas superiores que también debían cooperar con las universidades. Pero estas últimas miran en parte con suspicacia a esas competidoras pequeñas y flexibles: temen que peligre su privilegio exclusivo de formar doctores. El Consejo ha recomendado también que las escuelas técnicas superiores desarrollen aún más sus perfiles.
Este modelo es atractivo para la política local, los estudiantes y las empresas. Para los municipios, porque el asentamiento de una escuela superior en zonas rurales siempre supone un impulso para el desarrollo regional. Para los estudiantes, porque así también pueden comenzar su formación en pequeñas ciudades cerca de sus lugares de origen y porque con unos estudios próximos a la praxis tienen buenas perspectivas de encontrar trabajo. Esto nos lleva al tercer punto, el atractivo para las empresas: la mayoría de las veces reciben titulados a la medida de sus necesidades. A menudo el contacto entre las escuelas superiores y la economía regional es tan estrecho que se ponen de acuerdo a la hora de determinar los contenidos. Y existen proyectos piloto con los que los jóvenes pueden estudiar y al mismo tiempo conseguir un título de formación profesional.
Este modelo ha sido perfeccionado por las “escuelas superiores duales, que ofrecen única y exclusivamente ese engranaje de estudio y praxis. Pero algunos sindicalistas se quejan de que, si las empresas aportan proyectos concretos a las escuelas superiores, siempre existe el riesgo de que ya no se impartan los fundamentos del saber, sino solo un conocimiento especial aplicado. Por ejemplo, en el marco de la cooperación con fabricantes de automóviles, enseguida se plantearía el riesgo de que el estudiante de ingeniería solo sepa algo de la construcción de la carrocería de un modelo especial y no de la construcción de automóviles en sí misma.
La popularidad de estos pequeños centros se pone claramente de manifiesto en la “Beca Alemania”. En este programa de becas para promocionar a los jóvenes con talento, la mitad de la beca debe proceder del sector económico, el resto lo paga el estado. En la lista de las escuelas superiores que han logrado reclutar suficientes donantes del mundo de la economía faltan muchas universidades grandes y famosas, pero en cambio encontramos muchas escuelas técnicas superiores. En Eberswalde cuentan incluso con más empresas financieras que plazas becadas. Parece ser que el principio verde encuentra una acogida inmejorable. Pero, ¿se mueven todo el personal y todos los estudiantes dentro de esta línea ecológica?
“Naturalmente, esto no funciona accionando una palanca y de repente todo cambia”, explica el presidente Vahrson. En el marco de un trabajo para el título de licenciado se realizó una encuesta anónima dirigida a los estudiantes y los empleados. En conjunto, la mayoría apoyaba el nuevo rumbo verde. Menos de la quinta parte utiliza habitualmente el coche para ir al trabajo y una abrumadora mayoría apaga conscientemente la luz al salir de las habitaciones.
Europa
Johann Osel 31 MAY 2012 - 07:26 CET
Sin formación verde no hay “negocios verdes”. Las energías renovables prometen beneficios de miles de millones de euros, y en este caso el mercado de trabajo establece las reglas. Pero algunas escuelas superiores van un paso más allá: sobre todo aquellas que de todas formas están comprometidas con la formación de ecoexpertos y no solo apuestan por un perfil verde en materia de contenidos sino también en el ámbito estructural. La Escuela Técnica Superior de Eberswalde, en Brandeburgo, es un centro líder en este contexto y desde 2010 se denomina oficialmente Escuela Superior para el Desarrollo Sostenible de Eberswalde (HNEE).
Todas las carreras tienen un compromiso con la gestión sostenible. En sus tres sedes se apuesta por sectores de futuro y temas ecológicos de interés permanente: energías renovables, materias primas renovables, agricultura ecológica y protección de los bosques, además de desarrollo económico y turístico regional. En el reglamento interno se han establecido normas de comportamiento respetuosas con el medio ambiente como, por ejemplo, el control de la temperatura ambiente o de la iluminación. Módulos solares proporcionan energía ecológica propia, y en el parque móvil de la dirección del centro hay un combi de gama media con escasas emisiones de CO2. “La elección de nuestro nombre implica unas exigencias que tenemos que cumplir”, explica el presidente Wilhelm-Günther Vahrson.
Este catedrático de geografía física dirige la escuela superior más pequeña de la región, con menos de 2.000 estudiantes y solo 40 profesores, pero sus éxitos llaman la atención: está en el grupo de escuelas técnicas superiores punteras a escala nacional en lo que respecta a la recaudación de fondos de terceros. Recientemente se ha alcanzado una nueva cantidad récord con 3,5 millones de euros, la cuarta parte del presupuesto. El proyecto ha repercutido positivamente sobre la demanda de los estudiantes; en todas las asignaturas hay límite de plazas. Vahrson cree que muchos estudiantes escogen esta escuela superior de forma plenamente consciente debido a su nivel.
El ámbito de las escuelas técnicas superiores alemanas, organizado de forma clara y por tanto flexible, tiene un historial de éxito. Los centros, a menudo pequeños, pueden desarrollar perfiles más sencillos que las grandes universidades de masas. Y no sólo en el campo técnico o medioambiental, sino también en asignaturas como economía y derecho, sanidad y asuntos sociales o en el sector creativo. A lo largo y ancho de la República Federal Alemana es posible encontrar ejemplos de éxito como el de Eberswalde.
El principio del estudio eficaz orientado a la práctica, que tanto se esfuerzan en implantar actualmente las universidades en el marco del Plan Bolonia, ha sido siempre el principio fundamental de las escuelas técnicas superiores. Estas han surgido a partir de instituciones predecesoras como las Escuelas Estatales de Ingeniería.
Con las reformas de las leyes de los años setenta y ochenta, estas escuelas ascendieron legalmente al mismo “nivel de formación terciaria” de las universidades. En aquel entonces debían alcanzar dos objetivos: acelerar el progreso tecnológico y permitir la formación académica a un mayor número de estudiantes con el graduado escolar, también como oferta educativa para alumnos que no proceden de familias con estudios. En el ínterin han surgido 160 escuelas técnicas superiores, de las cuales aproximadamente un tercio no son estatales.
El Consejo Científico, importante gremio asesor del ámbito político, recomendó en un dictamen de 2010 apostar aún más por el potencial de este tipo de escuelas superiores que también debían cooperar con las universidades. Pero estas últimas miran en parte con suspicacia a esas competidoras pequeñas y flexibles: temen que peligre su privilegio exclusivo de formar doctores. El Consejo ha recomendado también que las escuelas técnicas superiores desarrollen aún más sus perfiles.
Este modelo es atractivo para la política local, los estudiantes y las empresas. Para los municipios, porque el asentamiento de una escuela superior en zonas rurales siempre supone un impulso para el desarrollo regional. Para los estudiantes, porque así también pueden comenzar su formación en pequeñas ciudades cerca de sus lugares de origen y porque con unos estudios próximos a la praxis tienen buenas perspectivas de encontrar trabajo. Esto nos lleva al tercer punto, el atractivo para las empresas: la mayoría de las veces reciben titulados a la medida de sus necesidades. A menudo el contacto entre las escuelas superiores y la economía regional es tan estrecho que se ponen de acuerdo a la hora de determinar los contenidos. Y existen proyectos piloto con los que los jóvenes pueden estudiar y al mismo tiempo conseguir un título de formación profesional.
Este modelo ha sido perfeccionado por las “escuelas superiores duales, que ofrecen única y exclusivamente ese engranaje de estudio y praxis. Pero algunos sindicalistas se quejan de que, si las empresas aportan proyectos concretos a las escuelas superiores, siempre existe el riesgo de que ya no se impartan los fundamentos del saber, sino solo un conocimiento especial aplicado. Por ejemplo, en el marco de la cooperación con fabricantes de automóviles, enseguida se plantearía el riesgo de que el estudiante de ingeniería solo sepa algo de la construcción de la carrocería de un modelo especial y no de la construcción de automóviles en sí misma.
La popularidad de estos pequeños centros se pone claramente de manifiesto en la “Beca Alemania”. En este programa de becas para promocionar a los jóvenes con talento, la mitad de la beca debe proceder del sector económico, el resto lo paga el estado. En la lista de las escuelas superiores que han logrado reclutar suficientes donantes del mundo de la economía faltan muchas universidades grandes y famosas, pero en cambio encontramos muchas escuelas técnicas superiores. En Eberswalde cuentan incluso con más empresas financieras que plazas becadas. Parece ser que el principio verde encuentra una acogida inmejorable. Pero, ¿se mueven todo el personal y todos los estudiantes dentro de esta línea ecológica?
“Naturalmente, esto no funciona accionando una palanca y de repente todo cambia”, explica el presidente Vahrson. En el marco de un trabajo para el título de licenciado se realizó una encuesta anónima dirigida a los estudiantes y los empleados. En conjunto, la mayoría apoyaba el nuevo rumbo verde. Menos de la quinta parte utiliza habitualmente el coche para ir al trabajo y una abrumadora mayoría apaga conscientemente la luz al salir de las habitaciones.