Nuestra identidad humillada
JOSÉ ANTONIO GÁMEZ E.
| EL UNIVERSAL
viernes 3 de mayo de 2013 12:00 AM
Para ningún venezolano medianamente sensato es un secreto que la sede del gobierno que rige nuestro destino se encuentra en La Habana. Por la misteriosa voluntad de un personaje que ejerció el poder durante los últimos 14 años, nuestro destino está en manos extranjeras. Asumir esto es suficientemente malo, pero lo peor es que esas manos pertenecen a uno de los peores totalitarismos que todavía existe en el planeta.
La trascendencia histórica del tótem revolucionario quedará irremediablemente atada a esa entrega de la nación. Es muy lógico que la reacción frente a la idea llena de fantasía electorera Yo soy Chávez haya sido ampliamente derrotada por la fresca y siempre actual Yo soy venezolano. De ahora en adelante el esfuerzo de supervivencia del régimen, tendrá cada vez menos en cuenta la memoria del amado líder. Llegó el momento de salvar el propio pellejo.
Los asesores extranjeros del ilegítimo presidente, parecen obviar esta realidad. Es un gran engaño y hasta un fraude presentar este asalto al poder como una continuidad del hilo constitucional. Pero el primer engañado es el propio usurpador. En este momento ni los más fervorosos ultrachavistas reconocen al ungido como propio. La cara de "pena ajena" que muestran los ministros en cada aparición pública es patente e innegable.
El reciente viaje a La Habana del jefe de este gobierno mientras tanto, muestra claramente cómo las directrices a seguir en Venezuela se deciden "off shore" y se pagan en dólares a una tarifa bastante alta. En cualquier parlamento de un país democrático, se estaría estudiando una suspensión de las "alianzas estratégicas" con Cuba y otros países, que nos están arruinando más de lo que ya estamos. El parlamento si fuera realmente nacionalista, debería suspender toda acción que siga mermando nuestra ya comprometida liquidez. Por el contrario, la mente totalitaria ataca la integridad física, el derecho de palabra y hasta el sueldo de los diputados democráticos.
Las estrategias de persecución a los "traidores" y negación del enemigo son de corte genuinamente cubanas. Las recientes detenciones de activistas políticos y el terrorismo judicial que se ha desatado contra cualquier venezolano que denuncie la invasión cubana especialmente si es militar es una forma de intervención colonial.
La presencia de un ejército de ocupación, que actúa directamente sobre los mecanismos de poder es una realidad que indigna. Nuestro suelo está siendo mancillado por un grupo de mercenarios y nuestro pueblo es amenazado por un sistema represivo que no conoce el Gloria al Bravo Pueblo. Nunca antes la soberanía había estado tan en entredicho. Los guardianes de esa soberanía dan la impresión de ser unos prisioneros de la fuerza que nos domina, del miedo que los paraliza o de las pasiones que los rebajan.
El desconocimiento de nuestros compatriotas que votan en el exterior, al no tomar en cuenta su expresión antes de dar los resultados de la elección presidencial, es una muestra del deseo de desligarlos de la realidad venezolana. Afortunadamente, los venezolanos siguen votando en cualquier parte del mundo y haciendo valer su identidad.
Y a pesar de toda la humillación que ejerce esa mancha roja y verde oliva sobre la patria, Venezuela se mantiene tricolor. "Caprilistas" o no, la gran mayoría de los venezolanos responden a lo que realmente nos une: Yo soy venezolano. Sin duda, uno de los grandes aciertos de Capriles es mostrar con la decencia y la paciencia, lo que los venezolanos queremos ser. Nuestra identidad vuelve a hacerse presente y el pueblo se reconoce en ella a pesar de todo el chantaje de los sembradores del odio.
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