Friday, December 21, 2012

Matrimonios “made in China”


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La crisis de los valores tradicionales en China ha puesto en jaque a muchos padres que se aglomeran en los parques de las principales ciudades del país con el curriculum y las fotos de sus hijos. ¿El objetivo? Buscarles matrimonio. Y es que los progenitores observan preocupados cómo sus hijos no muestran ninguna prisa en encontrar pareja y continuar con la estirpe.

El duro invierno de Pekín vacía de transeúntes las calles de la ciudad, lo que contrasta con el bullicio generado alrededor del templete del parque Zhongsan, situado al lado de la Ciudad Prohibida. Todos los jueves y domingos a partir de las 14.00 h se reúnen alrededor del pequeño recinto cientos de padres con el currículum de sus hijos colgado al cuello y una foto sobada entre las manos, no para buscarles trabajo, sino matrimonio.

Los padres, normalmente jubilados, acuden desde hace tres años, cuando el Ayuntamiento les concedió el permiso, a los parques Zhongsan y Yuyuantan de Pekín diferentes días de la semana para así sumar posibilidades de dar continuidad a su sangre y apellido, y de paso, asegurarse quien les sustente y cuide en una sociedad donde la mayor parte de los ciudadanos no tiene pensión.

Este encuentro de padres casamenteros se repite en las principales ciudades del país. China ha experimentado grandes cambios a raíz del aperturismo que promovió Deng Xiaoping, a principios de los 80. Esos cambios que han afectado enormemente a la familia, pilar sobre el que se sustenta la sociedad china.
Los padres observan preocupados cómo sus hijos no muestran ninguna prisa en encontrar pareja y continuar con la estirpe, antiguamente la forma más adecuada de honrar a los ancestros. Y el parque les permite, en parte, mitigar esta angustia. Allí pueden conocer de primera mano a la posible familia política y no llevarse sorpresas desagradables como las ocasionadas por las citas en internet, una actividad muy extendida entre los jóvenes. Éstos no viven con la misma ansiedad que sus progenitores la necesidad de fundar una familia, aunque es cierto que su estilo de vida, marcado por el trabajo, y las conservadoras costumbres sociales, que ven con malos ojos frecuentar la noche y entregarse al ocio, les dificulta sobremanera conocer a jóvenes de su edad. De hecho, las agencias matrimoniales y de citas por internet registran un “boom” espectacular entre unos ciudadanos tímidos y puritanos. Unos 130 millones de internautas hacen uso de los servicios matrimoniales en una población cuya barrera psicológica para el matrimonio no debe rebasar los 26 años y que recurre a menudo a las 6.000 webs de citas registradas en el país asiático. Este negocio llegará a alcanzar este año un volumen de 55 millones de euros, según la consultora local IResearch.

Los rumores que circulan entre las madres alrededor del templete insinúan que el perfil de las hijas, por lo general, es mejor que el de ellos: a veces cuarentones, divorciados e incluso con hijos de matrimonios anteriores. La señora Qi muestra una actitud más reservada y melancólica que el resto de padres, a pesar de ocupar un puesto privilegiado sentada en las escalerillas: su hija es una profesora de Historia que sobrepasa los 40 años y prácticamente se encuentra “fuera del mercado”. Aún así, la señora Qi no pierde la esperanza de que su hija le pueda ofrecer descendencia algún día.

NI EDUCADA NI RICA

“Las mujeres cultas y económicamente independientes y los hombres con pocos ingresos y escasa educación componen los dos grupos de población soltera”, indica Wang Zhenyu, sociólogo de la Academia de Ciencias Sociales de China. Por paradójico que resulte, cuanto más educada y rica sea una china –lo que para nosotros podría ser un buen partido–, mayores dificultades tendrá para encontrar marido, porque los hombres allí difícilmente aceptan a una mujer con un nivel educativo o económico superior a ellos. En la universidad es frecuente escuchar un chiste que indica la existencia de tres tipos de personas: los hombres, las mujeres y las mujeres con doctorado. Éstas últimas cuentan con escasísimas probabilidades de casarse. Entre la presión laboral y la relajación de las costumbres se ha comenzado a alertar en la prensa china sobre “la crisis de los solteros”.
LA NUEVA REVOLUCIÓN

De igual forma que en la década de los 50 y los 80, se ha producido un nuevo retraso en la edad media de las mujeres chinas para contraer matrimonio (hasta los 24 años), según los datos del Centro de Investigación de la Adolescencia de China. El primero se produjo en 1950, cuando la ley matrimonial fijó la edad mínima para el casamiento y el segundo tuvo lugar cuando los jóvenes regresaron del campo a la ciudad, tras la “reeducación” impuesta durante la Revolución Cultural (1966-1976).

Las madres saben lo que buscan para sus hijas: un marido bueno, responsable y que se preocupe por sus progenitores. Este valor está muy instaurado en la tradición confuciana, la cual considera la piedad filial como el fundamento de la virtud. Según la tradición, la familia era la institución encargada de garantizar la armonía, la estabilidad y la jerarquía social basada en la autoridad paterna. El patriarca controlaba desde la economía familiar al matrimonio de los hijos. Las bodas eran contratos concertados por las familias. El noviazgo era inapropiado y el amor, innecesario.

La mayoría de los jóvenes chinos aceptaba este tipo de arreglos socioeconómicos sin cuestionar nada. Para la mujer, el matrimonio era una forma de poder garantizar su subsistencia una vez que sus padres hubieran muerto. Además, al casarse debía trasladarse a la residencia del marido. De este modo, se separaba de su familia de origen para formar parte de de su esposo, y su existencia se restringía a las tareas del hogar.

Varias revoluciones comunistas y capitalistas después, la situación actual de la mujer en este país dista mucho de la dibujada por la tradición confuciana, aunque el encuentro de los padres en los parques, intercambiándose fotos de sus hijos, guarda alguna relación con los antiguos matrimonios concertados. En las grandes ciudades, como norma habitual, la pareja recién casada se instala en un nuevo piso, pero no sucede lo mismo en las zonas rurales, donde el joven matrimonio tiene que convivir con los padres de él y la esposa sufre desprecios por parte de la suegra, al considerar que le ha robado la atención del hijo.

En Pekín, las dificultades vienen después de esta “ceremonia” del parque, cuando las fotografías cobran vida y los protagonistas se conocen personalmente en esta especie de cita a ciegas conocida en chino como “xiang qin”. La mayoría de los encuentros, que se producen sin que los jóvenes sepan que sus padres acuden al parque, suele ser una decepción para alguna de las partes, porque algo no termina de convencerles o porque se sienten obligados a acudir a la cita por el simple hecho de complacer a sus progenitores. Mientras, la mayoría de los padres continúa pasando frío durante todas las tardes de los jueves y los domingos en el parque Zhongsan.

TRADICIONAL Y DE PIEL BLANCA

Existe otra forma menos humilde de conseguir pareja. Por ejemplo, la utilizada por un millonario chino que ofrecía un crucero para quien le encontrara la novia perfecta: tenía que tener 26 años, piel clara, ser delgada y poseer “maneras moderadas y virtudes tradicionales chinas”. Así rezaba un anuncio del Xinmin Evening News, diario de Shanghai, el pasado noviembre. Al cuarentón multimillonario, divorciado y con un hijo del matrimonio anterior, no le importaba que la futura prometida hubiera pasado por la universidad, pero eso sí, al casarse tendría que dejar el trabajo.
No se trata del primero en busca de una “novia virtuosa” a través de la prensa, ya en julio de 2006 otro adinerado colocó un anuncio en 100 periódicos, en el que mostraba interés por una mujer “de entre 20 y 25 años sin experiencia sexual”, que no tuviese un “espíritu moderno y extranjero”. Quien paga, manda.

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