Yo soy el camino, la verdad y la vida
Texto del evangelio (Juan 14,6-14) – Yo soy el camino, la verdad y la vida
En
aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: «Yo soy el camino, la verdad y la
vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis
también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto». Le dice
Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Le dice Jesús: «¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha
visto a mí, ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?
¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras
que os digo, no las digo por mi cuenta; el Padre que permanece en mí es
el que realiza las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre está
en mí. Al menos, creedlo por las obras. En verdad, en verdad os digo: el
que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores
aún, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidáis en mi nombre, yo lo
haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en
mi nombre, yo lo haré».
Reflexión: Jn 14,6-14
Este es como el corolario final del
mensaje de Jesús. La síntesis definitiva. Todo aquello que ha querido
comunicarnos una y otra vez los últimos días se encierra aquí. Incluso
la pregunta del “ingenuo” Felipe, que no hace nada más que reeditar las
preguntas de los judíos y las nuestras, que persiguen el único fin de
postergar nuestra decisión, como si necesitáramos siempre una prueba
más…la última. Pero el Señor ya lo dijo antes:
«Esta generación es una
generación malvada; pide una señal, y no se le dará otra señal que la
señal de Jonás. Porque, así como Jonás fue señal para los ninivitas, así
lo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Mediodía
se levantará en el Juicio con los hombres de esta generación y los
condenará: porque ella vino de los confines de la tierra a oír la
sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón. Los ninivitas se
levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque
ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más
que Jonás». Lc 11, 29-32.
Es única y exclusivamente falta de fe la
que nos induce a querer más pruebas, a pedir otras manifestaciones del
poder de Cristo, buscando de este modo justificar nuestro proceder, que a
todas luces nos presenta como paganos y no como verdaderos cristianos.
Porque el que realmente sigue a Cristo, brilla como Él, porque su brillo
no proviene de Él, sino de Cristo, como el brillo de Cristo proviene
del Padre. Esto es lo que el Señor nos explica una y otra vez, esperando
que finalmente optemos por Él, pues como nos dice Yo soy el camino, la verdad y la vida.
La única forma de llegar al Padre es a
través del Hijo. Conociendo al Hijo, conocemos al Padre. Conociendo y
haciendo Su Voluntad, estamos conociendo y haciendo la Voluntad del
Padre. Hemos de orar de modo constante para pedir esta gracia, pero al
mismo tiempo hemos de decidir y ponernos en marcha, porque este es el
único modo de confesar efectivamente nuestra Fe. Se trata de una
decisión trascendente, que abarca e influye en todos los aspectos de
nuestra vida. No es como algunos creen, algo íntimo y privado. No. Es
más bien público, porque tiene que ver con la salvación de la humanidad.
No vamos a obligar a nadie, porque Dios mismo nos ha dejado libres,
pero brillaremos e iluminaremos para que aquel que quiera pueda seguir
el Camino. Por ello, no debemos ser motivo de escándalo…Pero entiéndase
por verdadero escándalo el de aquél que es públicamente acusado y
condenado por faltar al amor, a la fe; no por ser muerto y aun
crucificado por amor. Uno y otro escándalo son muy distintos. Hemos de
defender a los humildes, a los indefensos, a los que sufren por causa
del mismo hombre, sin reparar en nosotros, en nuestros intereses,
siguiendo a Jesús, que habiendo llegado al extremo nos dice Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Es este Camino el que debemos estar
dispuestos a transitar, iluminar y guardar. No se trata de decir “si
creo”, se trata de confesarlo con nuestra vida, con cada uno de nuestros
actos, por más insignificante que este parezca, porque al que es fiel
en lo poco, se le dará mucho más. Mostremos con nuestra propia vida que
creemos en aquello que nos dice el Señor, Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Oremos:
Padre Santo, no permitas que caigamos
una y otra vez en la misma excusa, en las mismas preguntas. Que sepamos
guardar en nuestros corazones aquellas pruebas irrefutables de Tu amor
que hemos recibido en nuestras vidas y que las conocemos de sobra, pero
que vistas a la distancia nos parecen pequeñas, a fin de no poner
excusas y ponernos a tus órdenes, allí donde nos llamas …Te lo pedimos
por Cristo nuestro Señor…Amén.
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